martes, 22 de diciembre de 2015

Destino.

Hay personas que están destinadas a conocerse.

Sé que suena muy ñoño, pero es que es totalmente real.

Tengo una amiga con la que me unen muchas cosas aleatorias. Siempre he tenido la teoría de que la hubiera conocido aunque no hubiese sido de la manera en la que la conocí. Actualmente es una de las personas más importantes de mi vida y de alguna forma siento que el azar o el destino nos ha unido.

Ahora he conocido a alguien... Más bien nos estamos conociendo. Según voy descubriendo cosas de él me voy dando cuenta que siempre ha estado alrededor de mi pero ni siquiera nos habíamos visto. O quizás sí, pero yo no lo recuerdo. Nos conectan cosas que nada tienen que ver unas con otras. Él conoce a personas que conozco, ha formado parte de cosas que en el pasado me encantaron, ha estado en los mismos sitios que yo al mismo tiempo... Y ahora míranos.

El destino y su magia.
La magia y su destino.


domingo, 13 de diciembre de 2015

La chica de hielo

Eh, tenemos que hablar.
A veces, (por desgracia muchas) me encierro en mi propia jaula y me vuelvo hielo. Cuando eso pase, quiero que tengas en cuenta que no tengo explicación para este motivo y que dentro sigue ese brillo que dices ver en mi, y que, por supuesto, si prendes la vela, el fuego está asegurado.
Sigo sin entender tus motivos y razones y por idiota me quedo con las ganas. Quizá no quiero que te comportes normal, quizá quiero que me secuestres para perdernos, quiero jugarmela a tu lado, quiero dejarme el alma y no quiero que seas tú solo el que te la estás dejando.
Y ahora relájate y relájame, y abrázame porque de alguna forma lo necesito. Porque me tocas y se nota el cariño, porque me tocas y se quita el frío.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Lógico.

¿Cómo no iba a pasar?
Si tanto me gusta la música, es lógico que me gusten los músicos.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Porque ya no me encantas.

Te he escrito tantas canciones de despedida que no te cantaré que me he propuesto hacer la definitiva, porque esto se está volviendo innecesario y totalmente incoherente.

Se está haciendo más llevadero de lo que supuse en un primer momento. Ya casi ni te pienso, ni te canto, ni te escribo, ni te añoro. Y siento como me cubren nuevos aires, un invierno bajo otras mantas, otros calores, otros pisos y otras ciudades mentales. Lo he reducido todo a papel y lo estoy quemando y no voy a dejar que nazcan de nuevo las llamas. Vas a morir, pero sin dolor.

Tengo deseos diferentes, tengo nuevas palabras, nuevas melodías. Es como si a mi piano le hubieran salido más teclas y ahora los tonos de melancolía no suenan, tan solo los de esperanza.

Estoy siendo realista y estoy mirando por mí. Sí, por mí, porque yo también existo.

Y estoy volviendo a mi racionalidad, a mis amores exprés de parada en parada, de martes a martes, a Belice. Estoy saliendo de los cuarteles de invierno y adentrándome en el frío sin miedo a congelarme. Y se han acabado los puntos suspensivos. Y los he cerrado yo.

Estoy siendo el Ave Fénix que siempre quise ser, me estoy encaprichando de nuevo y joder, me encanta.

Porque ya no me encantas.

<<Dejarse llevar suena demasiado bien.>>

jueves, 5 de noviembre de 2015

Me gusta.

Me gusta la cara que pones cuando me pillas haciendo una de esas cosas típicas de mi. Me sonríes, me apruebas y desapruebas a la vez y pones esa mirada de 'no tienes remedio'.
Me gusta cuando me buscas entre la gente cuando te sientes perdido.
Me gustan tus gestos idiotas cuando te emocionas por cualquier motivo. Y luego vas y me juzgas por mis sonidos
Me gusta cuando te preocupas por mi frío.
Me gusta cuando quieres protegerme del enemigo.
Me gusta cuando defiendes lo mío.
Me gusta cuando somos uña y carne.

Me gusta cuando dices que ya no te gusto.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Palabras.

Comprendo que tus palabras hayan a ser totalmente arrolladoras y que por eso no las quieras pasar por mí, pero puede que el atropello no me mate y podríamos resurgir.

Estaría bien que fueras diez mil veces más valiente que yo.

domingo, 18 de octubre de 2015

Descripción o diálogo.

Por lo general no me suelen gustar las descripciones.

Me explico: Me gusta llegar rápidamente al centro de la situación, al diálogo, saber qué quieren los personajes, y por eso cuando veo que la descripción es muy larga me la salto.

Sí, lo sé, eso está mal. Cualquier lector me dirá que lo que estoy haciendo no tiene perdón, que las descripciones están para algo, pero perdonadme si os digo que a veces no me aportan nada o me estorban (no digo que siempre).

Pero a veces pasan estas cosas que te hacen cambiar de opinión completamente y ahora solo me apetece describir cómo te acercas a mi cara sin tocarla, como se mueve tu pelo con el viento de levante, cómo te mueves con torpeza hasta llegar a la otra manzana. Ojalá pudieras verte con música, ojalá grabar cada uno de tus fotogramas porque te prometo que valdrían cada uno de ellos para hacer la película más bella jamás anunciada.

La culpa la tienes tú, que me has cerrado por dentro y te has comido la llave de mi alma; y el problema llega cuando no puedo recuperarla, porque te prometo que me da miedo (pánico) acercarme un poquito más de lo normal, abrazarte más fuerte de lo que puedo, mirarte los labios como quiero.
Llegas, te arreglas la camisa, sonríes como por costumbre y a mi me quitas el diálogo que siempre he buscado y me das la descripción a la que me agarro.

En la Roma o en San Pedro, en Gracia o en Malasaña se acuesta la misma historia soñando con ser soñada.
Y descrita.
Y hablada.