viernes, 6 de enero de 2023

Inevitable.

 Es inevitable: me emociona. Me emociona pensar en esa química nuestra volviendo a converger, nuestra complicidad pintando de dorado las aceras, nuestras voces abrazando las palabras que nunca supimos tener, nuestras noches hablando hasta que nos diera vergüenza, nuestro juego de miradas, los rumores asomando en la esquina, los misterios que solo dos cobardes conocían. Ahora vuelves lleno de confianza, con sueños en las pestañas, me coges de la mano y me propones otra noche por la ciudad que nos vio querernos sin querer, bajo todo lo que era pecado. 


Eres carne de canción, un beso en la distancia, la imagen que no consigo dibujar con palabras. Y yo ya no sé ni qué dijimos en aquel camerino, cuando mi sinceridad recorrió tu espalda, cuando me abrazaste más fuerte que nunca, y ni siquiera me interesa. La vida nos da un ticket para el segundo pase de esta historia encarcelada en dos cuerpos que nunca supieron ver que dos besos se podían dar más allá de con palabras. 


Hay restos de los dos en tu mirada.