Te he escrito tantas canciones de despedida que no te
cantaré que me he propuesto hacer la definitiva, porque esto se está volviendo
innecesario y totalmente incoherente.
Se está haciendo más llevadero de lo que supuse en un primer
momento. Ya casi ni te pienso, ni te canto, ni te escribo, ni te añoro. Y
siento como me cubren nuevos aires, un invierno bajo otras mantas, otros calores, otros
pisos y otras ciudades mentales. Lo he reducido todo a papel y lo estoy
quemando y no voy a dejar que nazcan de nuevo las llamas. Vas a morir, pero sin
dolor.
Tengo deseos diferentes, tengo nuevas palabras, nuevas
melodías. Es como si a mi piano le hubieran salido más teclas y ahora los
tonos de melancolía no suenan, tan solo los de esperanza.
Estoy siendo realista y estoy mirando por mí. Sí, por mí,
porque yo también existo.
Y estoy volviendo a mi racionalidad, a mis amores exprés de
parada en parada, de martes a martes, a Belice. Estoy saliendo de los cuarteles
de invierno y adentrándome en el frío sin miedo a congelarme. Y se han acabado los
puntos suspensivos. Y los he cerrado yo.
Estoy siendo el Ave Fénix que siempre quise ser, me estoy
encaprichando de nuevo y joder, me encanta.
Porque ya no me encantas.
<<Dejarse llevar suena demasiado bien.>>