jueves, 31 de marzo de 2016

El encuentro.

He vuelto a encontrarme con el monstruo y se ha limado las garras. Incluso ha llegado a darme ternura.
Iba con mi jersey preferido, con el que alguna noche me he arropado. Ojalá hubiera podido arañarlo y conseguir así recordar su tacto, el que, debo confesar, echo de menos...
Su mirada se instaló en mis ojos a unos metros de distancia y me anunció su acercamiento. Fue una sensación extraña, como si entre todo el gentío algo nos llamara y el llamamiento fue un disparo silencioso directo a mis nervios. Rompió el saco de las dudas y del deseo, que llevaba cerrado ya unas semanas y disfrutaba de una relajante tregua.
Qué fuertes fuimos para no lanzarnos al cuello los besos que queremos, porque no sé el nivel, no quiero ni pensar en comparaciones entre nuestras intenciones, porque sólo quiero besar, y sólo quiero abrazos motivados por el frío que se nos va. Y ojalá ahora llegue el momento de encontrar en los errores una cuerda a la que aferrarme, porque joder, te tengo ganas, y no quiero pero quiero. 

Se fue, y ahora vuelve con sus excusas que me enternecen, y es que yo me muevo por la ternura y más que me quiero mover. 

Esto que te digo no te lo lleves a lo personal:
Tienes madera, pero no tienes táctica. 

domingo, 27 de marzo de 2016

El bestiario.

Hoy me he decidido por el bestiario.

He entrado muy despacio, con cuidado, e incluso confieso que con un poquito de miedo. He preguntado a un señor con bigote los detalles del viaje y cuando ha terminado de informarme, he dejado dos complejos a modo de moneda y me he adentrado en la cueva.
En la primera sala tan solo quedaba un nombre y dos momentos. Englobaba años de infancia, pequeños caprichos fruto de esa niñez y una timidez gigante. No había mucho más que observar, porque en verdad, estaba todo muy lejos de mis ojos.
En la segunda sala pude ver el primer amor que no llegó a ser amor, poca gracia por mi parte y mucha por la de otras. El resultado visible no podía ser otro que el mismo que el del cartel que indicaba la próxima parada. Encontré algunos textos, las primeras palabras y los primeros versos, pero no llegó a canción.
La tercera sala me produjo una sensación de nostalgia. Recogía mensajes de dos años de completa travesía por mi propio crecimiento, madurez y reflexión. Escucho alguna canción de fondo, todas con tono y forma solemne, alguna que otra versión. No se observan trofeos. Puedo observar en las paredes que aquí la bestia llegó dentro, pero que la presa no entró en él. Cuando creí por suficiente el vistazo, unas ramas me intentaron atrapar mientras caminaba hacia la salida, haciéndome recordar entre movimientos mecanizados cómo salí la primera vez de allí. Me deslicé y conseguí pasar al siguiente nivel.
La cuarta sala era la más bella, la más dulce y la más intensa. Me avisaba un cartel a la entrada de que había riesgo de volver a caer al precipicio y no muchas posibilidades de volar. La precaución fue máxima, me expuse demasiado, pero la curiosidad mató al gato y su perfume aún más. La bestia no fue bestia, fue todo un caballero de cortesía infinita, incluso parecía que me quería. Y yo sí que me quería quedar. Le hablé de chicos elegantes, de la ternura, de las ganas, y él me escuchó, pero no me pidió permiso para jugar. Creo que hasta lloré al salir de allí. No sé si de tristeza o de felicidad, porque aquí gané… no el premio que quería, pero gané.
Después, me deslicé hacia la última sala por un pasillo muy estrecho y con una altura para enanitos. Al entrar me tropecé, caí y cuando estaba en el suelo pude observar a la nueva bestia. Era preciosa. Joder que si lo era. Me miró con sus ojos, de un color que no sé calificar, y me invitó al baile. Y yo bailé, pero con cuidado. Me deslicé sin poder dejarlo de mirar. Sentí una mezcla entre atracción y desconfianza, y la atracción fue en todos los sentidos. Encontré carteles fluorescentes que en mayúsculas me gritaban avisos de precaución, de cuidado. Finalmente, la bestia me besó y yo me dejé llevar. A lo mejor la bestia no era tan bestia, o a lo peor… sí que lo era. Me quedé tres meses en sus brazos. Despertó deseos desconocidos en bares y calles perdidas de la vista de todos los demás, hasta que un día desperté y me encontré sola en la sala teñida de un color diferente, gris, la luz estaba apagada y yo no entendía por qué. Un humo tóxico salió de los tubos de la pared y el aire se convirtió en veneno. Corrí hacia la salida y en la puerta estaba él, volviendo a invitarme a bailar en el caos y no sé cómo lo esquivé, y ni su atlético cuerpo ni sus rápidos movimientos fueron suficientes para pillarme. Salí de allí acompañada por la canción más épica del planeta, y fue cuando vi que el bestiario había crecido, que había salas en construcción.

Caminé entre los restos del terremoto, me acerqué al señor del bigote y le dije que abdicaba mi puesto para mi futura yo, que esta ya estaba llena de rasguños. Bajé la persiana al bestiario y sonreí. Sonreí tanto que casi lloro; porque hay un poquito de mí en cada bestia, y un poquito de bestia en esta yo. 
Y que descansen mis labios hasta que alguien quiera volver a besarlos, y hasta que yo decida quién me los puede besar. 

domingo, 13 de marzo de 2016

Jueves 10

Unos 300 días después de ti he vuelto a oler tu perfume en el vagón. El chico era elegante, serio, alto, cualquier mujer hubiera aceptado una proposición de alguien así. Pero no eras tú y yo sentí nostalgia de ti.

Llevo meses en una especie de nube algo terrenal, que nunca me ha dejado levantar los pies del suelo como tú me permitías. Sí, me enamoraría otra vez, y no de él, de ti, de todas y cada una de tus tardes, de todas y cada una de tus risas, de tu elegancia, de tu incertidumbre.

No más toxicidad, no más incomprensión. El vagón huele a ti, y yo me siento mucho más que salvada.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Marry The Night

Últimamente me siento más fuerte. Me siento como Lady Gaga subida a sus plataformas explotando cosas en videoclips, una completa superheroína dispuesta a salvar el mundo, pero antes dispuesta a salvarme a mi.
Veo caer techos sobre mi, y me levanto, y sonrío. Veo huracanes a lo lejos y les guiño el ojo. Me las doy de valiente y me acerco a labios sin miedo, y si me gritan les escupo. No llevo tacones, pero aún así marco mis huellas en el suelo. Me caso con noches oscuras, con pensamientos complicados y los arropo bajo mantas de cariño. Que nunca falte el cariño.
Me siento una de esas chicas modelo, pero no de las pasarelas, de las que dan ganas de comérselas por su fuerza, de retarlas, de abrazarlas y de quemar banderas contrarias a su lado. 

viernes, 4 de marzo de 2016

El Poeta Halley

Me atraparás al suelo,
y nunca a la pared
y si me dejas aire
en tus líneas dormiré.
Palabras de una musa
de baja maternal
Puede que al final me conozca muy bien:
si fueran puntos grises mis rarezas,
cada tara que creé
de seguiros con un lápiz al final
verías mi cara en el papel.
Por eso,
estoy por aquí otra vez
rebuscando en mi almacén esa palabra,
cónsul de mi timidez.
Ojalá encuentre la forma,
más me vale,
tengo un tema que acabar.
Si no aparece nunca,
o entiendo que no di con la palabra justa
y cuando al fin la encuentro llega aquel mar de dudas
si cuando me decido tú me detienes siempre
me aprietas junto aquí y dices:
- No, mi leal traidora inspiración-
cuando apareces menos soy.
Y soy yo.
Te quedarás dormida,
menuda novedad,
es peor mi geniocidio
cuando no te dejo hablar.
En la autopista de la vida
si te saltas la salida hay que esperar.
Puede
que no haya aprendido a aceptar
que escuadrones de moral judeocristiana
con su culpabilidad
nos seguirán por tierra, por el aire
y sobre todo por amar.
Puede
que esté demorando la acción.
A los doce tuve un sueño en que ganaba,
pero el sueño me venció,
desde entonces mis derrotas son las huellas del carnet
de ese tal yo.
Ahora escúchame,
ya he encontrado la palabra justa,
mejor prepárate,
tiene algo que a todos asusta.
Sí, la voy a soltar,
la quiero soltar.
Pronunciaré 'esperanza'
la gritaré por dentro si es lo que hace falta,
la escribiré mil veces, me alejaré de espaldas,
quizás de repetirla algo me quede.
No puedo permitir tu negación,
mi leal traidor inspiración,
de intermitente aparición,
como un ángel hallado en un ascensor.
Qué bien funcionas como recuerdo.
Sabina:
Acojo en mi hogar
palabras que he encontrado abandonadas en mi palabrera.
Examino cada jaula y allí,
ladrando vocales y consonantes,
encuentro sucios verbos
que lloran después de ser abandonados
por un sujeto que un día fue su amo,
y de tan creído que era,
prescindió del predicado.
Esta misma semana
han encontrado a un par de adjetivos trastornados,
a tres adverbios muertos de frío,
y a otros tantos de la raza pronombre
que sueñan en sus jaulas
con ser la sombra de un niño.
Señalo entonces
a las palabras que llevan más días abandonadas,
y me las llevo a casa,
las vacuno de la rabia y las peino a mi manera,
como si fueran hijas únicas,
porque en verdad todas son únicas.
Acto seguido,
y antes de integrarlas en un parvulario de relatos o canciones,
les doy un beso de tinta
y les digo que si quieres ganarte el respeto,
nunca hay que olvidarse los acentos en el patio.
A veces les pongo a mis palabras
diéresis de colores imitando diademas
y yo sólo observo como juegan en el patio de un poema.
Casi siempre te abandonan demasiado pronto
y las escuchas en bocas ajenas,
y te alegras, y te mojas contigo mismo,
como con todo lo que amamos con cierto egoísmo,
y uno se queda en casa,
inerte y algo vacío,
acariciando aquel vocablo mudo llamado silencio,
siempre fiel, siempre contigo.
Pero todo el ley de vida,
como un día me dijo el poeta Halley:
Si las palabras se atraen,
que se unan entre ellas.
Y a brillar,
que son dos sílabas.
- Santi Balmes.

Del caos un arte.

Realmente me siento mejor que nunca, y no debería de ser así.
He perdido pero he ganado. He perdido un mes, un problema emocional, dolores de cabeza y rabietas personales. He ganado estabilidad, confianza y ganas de vivir.
Hacer del caos un arte es mi especialidad y por eso me gusta, por eso me gusto, y por eso me gustas.