No me ha dado nada de pena. Hoy te vas y, me da igual. No nos hemos despedido, y me da igual. No es despecho, es indiferencia.
Quizá debería dejar de buscar otros nombres a los que amar, o a los que fingir amar. Tú has sido uno de ellos, y por eso me da igual. En mi cabeza está amarrado un pensamiento, y no eres para nada tú. Aunque te de igual.
Empiezas una nueva vida lejos, fuera de esta ciudad. Vas a olvidarte de mi. No sé qué ha sido de todos esos mensajes, de tus llamadas, tus invitaciones. No llegamos a ir a Jávea. No llegamos a subir a tu azotea. Sí que llegamos a decirnos la verdad. Por lo menos yo sí qué lo hice.
No sé qué va a ser de ti. No sé qué va a ser de mi. Lo único que tengo claro es que a quién pertenecen mis ganas, y sé que en el fondo tú también lo sabias, porque te hablé casi más de él que de mi. Tranquilo, es el bueno, lo sé, porque siempre aparece cuando tengo miedo, porque siempre vuelve para que me sea más fácil mandarlo todo a la mierda, porque solo canta conmigo, porque soy su plan favorito de la semana, y él el mío. Y aunque no nos atrevamos a dar el paso, nos besamos con cada palabra. Y eso sí que no me da igual.