lunes, 25 de octubre de 2021

Volver. 2.0.

Estamos dejándonos tiempo para respirar y después volveremos a encontrarnos, porque siempre nos volvemos a pasar. 

miércoles, 13 de octubre de 2021

La noche en la que no vamos a desaparecer

 



La noche en la que todo estalló olía a lluvia de estrellas. Bebiste cuando tenías que beber, invitándome a enfrentarme a una verdad encantadora a la par que complicada. Después de cuatro años te miré a la cara en ese baño disfrazado de refugio y casi te beso los labios. Pequé de inocencia y huí del infierno. Había líneas de fuego que no debíamos pasar. 


Esa noche no salió la luna, pero iluminamos toda la casa. Después del sacramento de la penitencia salimos al pasillo de la mano, pero nos duró hasta la entrada al salón. Lo que había salido de nuestras entrañas se quedaba entre nosotros. 


Nos separamos hasta una hora después. Mis nervios y yo volvimos al baño. Me miré al espejo, observé que todo estaba bien, que aquello no era un sueño. Mis ojos cansados estaban más vivos que nunca y, cuando decidí abrir la puerta estabas allí. 


Entraste sin mediar palabra y decidiste sellar aquello con un beso. Por primera vez estabas siendo valiente. Valiente y cobarde a la vez. Rompimos la tregua de querernos sin querernos y, asumiendo todo el riesgo, el daño, las mentiras y la paciencia necesaria, nos dimos el permiso para equivocarnos. Fue el beso más largo del mundo, pero lo sentí muy corto. El sabor a cerveza en nuestras bocas, tu pelo alborotado, el rojo de mis labios fuera de su casilla y la noche en la que no íbamos a desaparecer. Todo aquello frente a nosotros. Y nosotros sin saber qué hacer.


He decidido seguir tu ritmo y que nos lleve la corriente. No se me ocurre mejor lugar para acabar este sábado. 

jueves, 7 de octubre de 2021

long story short

Disfrutabas mi compañía cada noche, con conversaciones interminables en la soledad de una habitación a oscuras, donde solo se veía nuestro reflejo con la luz del televisor; pero no era suficiente. Y mientras te veía hundirte en toda tu mierda, en tu desperación por salir, clavando tus ojos en mi sin decir una palabra, me planteé toda mi vida. No debía sacarte de allí, tenias que salir tú solo, porque estaba segura de que si extendía el brazo, en el último momento me soltarías. 


Me elevas con cada palabra, me haces tocar la nubes y, cuando estoy muy alto, me haces caer de bruces contra el asfalto. Lo peor es que he tolerado la caída, me he acostumbrado como si se tratara de un castigo divino, uno que no merezco. Ser idiota no debería condenarte a la eternidad, solo a algún que otro dolor de cabeza.


He llegado a creer que no merezco una historia que merezca la pena, que soy el personaje principal de una película muy larga, en la que no pasa nada bueno, en la que una chica se siente identificada después de una ruptura mientras come helado en su sofá. He llegado a pensar que soy la reina en el tablero, pero luego me han comido los peones. He lanzado dardos por si colaba, pero no le he dado ni una vez a la diana.


Así que, amigo mío, no podemos seguir compartiendo este lugar. Ha sido un placer, ha sido un gusto. Quizá en otra vida lo nuestro pueda sobrevivir