Sonaba algo que no conocía, el bar estaba repleto de gente, las miradas se cruzaban entre los oyentes y, mientras yo hablaba con otros, tú me acariciabas la espalda con tus dedos valientes.
Y ojalá los otros no miraran, ojalá que hoy bailarán nuestras mentes. Ojalá que los que tanto murmuran nos dejaran mordernos la suerte.
Entre la pared y tus confesiones encontré algunos motivos que me llevaron a embarcarme en todo este lío. Y ahora mírate, y ahora mírame.
Vísteme de saliva, coroname entre garras sin nada de prisa, aráñame hasta arrancarme las dudas, desnúdame entre besos y almohadas, entre sabanas enlazadas y motivos recientes, cómeme la vida, avanza hasta morderme.
Mitifica cada uno de los milagros que me han llevado hoy a quererte.