Esta noche he recordado de dónde vengo y deseado poder avisarte. Es probable que te haya hablado mal de mi, que me haya pintado como la mala de la película, que él lo hiciera todo perfecto, porque ya sabes cómo es, para él no tiene fallos.
Si tuviera como cinco segundos para hablar contigo te diría que huyeras, que cogieras tus cosas y salieras de esa casa, que cerrarás la puerta con fuerza. Todas sus ex estamos locas, todas le hemos traicionado (no), y si te impones te unirás a la lista en la que estamos todas. Y no, nunca fuimos nosotras las locas.
Ojalá pudiera ser yo la que te cogiera de la mano y te alejada de ese ser depredador de mentes blancas, inocentes, pequeñas, valientes, a las que sólo quiere moldear, a las que sólo quiere como trofeo, a las que sólo maltrata, ahoga en lágrimas, en frases manipuladoras. Porque, cariño, todas nosotras tenemos un corazón de acero, todas queremos por encima de nuestras posibilidades, no nos importa hundirnos si así salvamos al otro. Pero no romantices eso, tú eres lo más importante, no dejes que te apague.
Y mírame. Ahora brillo por mi sola, como ya hacía antes de él, pero tengo un color especial, ahora soy de verde esperanza, ahora sonrío sin complejos, porque me he demostrado ser increíble, como tú eres también, estoy segura.
Y siento decírtelo, pero no te quiere a ti. Busca clones, versiones de lo que tiene en la cabeza. Sé que te gusta Panic, pregúntate por qué los conoce. Busca niñas inocentes a las que corromper, y ambas entramos ahí. Tú, yo, su primera ex… Porque nunca acaricia sin hincar sus uñas.
Nosotras ya hemos rehecho y curado nuestras heridas. Literalmente él odiaría saber que acabé con el mismo tipo de persona que ella, que besé labios que me quisieron de verdad, que tengo amigos que valen oro, que somos más feministas que nunca, que llevamos la sororidad por bandera, que planeo mudarme a Madrid de su mano, que he aprendido a bailar, que soy sexy, increíble, que soy yo, que hablo sin complejos, porque nunca tuve nada que ocultar. Pero todo eso en el fondo da igual.
Si llegas a mi, puedes hablarme. Puedo contarte qué pasó, por qué descubrí qué era la ansiedad y la depresión, por qué salí corriendo, por qué se me agitaba el corazón lleno de miedo cuando se plantó en la puerta de mi casa cuando le había pedido por favor que no lo hiciera, por qué nunca me arrepentí de mi decisión, por qué una voz amiga me advirtió de sus aventuras, de sus intenciones, de sus mentiras, de su odio, de su maldad.
Amiga, no estás sola. Y aquí me tienes.
Suerte. Ánimo.