lunes, 24 de septiembre de 2018

Pausa.

Me sobran todos los centímetros de esta cama que no cubre tu cuerpo y la casa cada vez está más vacía. Izal grita en mis oídos. Ruido negro trepando mi cuello, directo a mis tímpanos, buscando el conducto adecuado para llegar a mi cerebro. Me siento lejos y a la vez cerca. Empiezo a ser lo que quiero, a hacer lo que me apetece, a no seguir el guión del hombre del tiempo. Ha vuelto el duende de la música indie, vuelvo a ser la niña alternativa. Pausa.

Vuelta hacia el otro lado de la cama. Me duele la espalda. Cada día que pasa ocurre algo peor en este cuerpo que hace tiempo brillaba entre el estiércol. Cada día tengo más fuerzas para encenderlo. Te enciendo. Me muerdes, pero como yo quiero. Parece que solo existimos para el momento, que nacimos para esto, que la intro fue muy larga y que tu tiempo pasa corriendo. Pausa.

Y qué haremos después de nadar en nuestras entrañas, de acaricias cuerpos ajenos. ¿Te gusta el azul cielo? No hay cuerpo más ajeno que el mío. No hay trago más amargo que mis miedos. No entiendo nada. Rabia.

Si buscas otras vidas, buscate otro cuerpo. Pausa. Pausa. Pausa. Rabia. Rabia. Tiemblo. Araño cada una de mis costuras, se abre todo, despierta la fiera. Los monstruos se alejan, y viene la calma. Y no entiendo nada. Nadie entiende nada. 

Pausa.