miércoles, 8 de noviembre de 2017

Stay.

No hay suficiente café en toda la ciudad como para despertar mis ganas de invadir de nuevo tus mensajes esta madrugada. Recurriré a la herida, a los kilómetros que separan tu puerta y la mía, a tus besos improvistos en la mejilla. Arma de doble filo, escama de amor sin vida.

Y cuando todo arrasa, vuelves, como grito a mi ventana, como tus garras a mi espalda. Tienes esa fuerza de gigante que cambia hasta los días peores. Y ahora, cuando todo cambia, me quieres aún más, o por lo menos me lo dices, y se lo dices al resto acompañándome de madrugada, asaltándome con llamadas cuando ya no espero nada. 

Cuando se torna la puerta ya no hay alicientes. Se disfraza tu rabia mientras yo la calmo y, entre dientes y diantres, culminas tu alegato. Reniegas de todos, glorificas mi gracia, te alejas del riesgo, y entre noches vacías tú llenas el resto.

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