Intento organizar todos los recuerdos en mi mente. Desde el primer beso al último antes de marcharte a casa, desde tu brazo siendo mi almohada en la siesta a cuando me soltaste el pelo al besarme, desde la primera cerveza al primer paseo en coche. Es demasiada información que procesar para tan poco tiempo, pero quiero guardarlo todo a fuego en mi mente.
Nunca imaginé una madrugada contigo, ni confesiones a la luz de la luna, ni acariciar tu pelo como si fuera el mío, y que tú me hicieras justo lo mismo. Me preguntabas si era una ilusión, me abrazabas por detrás y me prometías intentarlo, porque somos de mundos diferentes, porque brillamos bastante incluso callados.